Burnout Crash es una locura. Al principio todo resulta muy caótico, pero en pocos minutos acabas de dominar su planteamiento dando como resultado una auténtica carrera al infierno. Sembrar el caos nunca fue tan divertido, con tan solo un dedo somos capaces de crear atascos, destruir edificios enteros o invocar huracanes. En las primeras partidas no te sabrás ubicar, pero tras cuatro o cinco intentos te das cuenta que lo arcade de su planteamiento inicial esconde algo más que no esperabas.
Tenemos tres clases de nivel: Rush Hour, Pile Up y Road Block. En todos ellos el objetivo está claro, tenemos que destruirlo absolutamente todo, aunque con pequeños matices. En el primero disponemos de sólo 90 segundos para lograr un plan perfecto, mientras que en el último no podemos dejar que se escape ningún coche de ambas autopistas (a la vez que nos proponen que acabemos con vehículos especiales). El restante es un festín para los pirómanos, cuanto más coches o edificios quememos más dura la partida, y más sube nuestro multiplicador de bonus (no fuego no party). Cuando reventamos al pobre repartidor de pizzas aparece una ruleta de la suerte, y aquí el juego se vuelve aún más divertido, ya que te pueden tocar cosas especiales como una lluvia de meteoritos o un terremoto, pero también cosas que no te gustarán tanto. Es una lotería que te sazona la partida a las mil maravillas.
Su manejo es lo más sencillo del mundo. Comenzamos la partida entrando por la carretera a toda pastilla con el objetivo de estrellarnos contra lo que nos venga en gana. En ese momento nuestro coche queda destrozado y ya no funciona, pero podemos moverlo unos pasos extra trazando una leve trayectoria con el dedo. Completamente en llamas podemos explosionar cada 5 segundos (una barra abajo a la derecha nos lo indica muy bien), creando carambolas entre los vehículos devastados y todo tipo de hazañas delictivas. Cuando acaban los niveles nos asignan estrellas en función de los millones en perdidas ocasionados o si hemos conseguido realizar algún número especial. Las estrellas nos sirven para desbloquear niveles y coches o furgonetas. Y no hay pocas, 270 en total.
En lo técnico EA y Criterion Games tiran la casa por la ventana. Las explosiones suceden a otras explosiones de mayor envergadura, las colisiones de vehículos desembocan en auténticos colapsos, los huracanes se llevan todo tras su paso y los desprendimientos de la calzada se engullen a decenas de coches. También tenemos aviones gigantes que aterrizan en mitad de la ciudad y lluvias de meteoritos… todo ello sin perder ni un solo frame, de forma dinámica, fluida y sobre todo desternillante. El número de escenarios es lo que más puede reiterarse en su desarrollo, si bien la cantidad de coches, ambulancias, tráilers, furgonetas y demás efectos mencionados logran subsanar el error sin mucho que sudar. También ayudan los menús desenfadados y divertidos (me encanta el aspecto tipo vinilo estampado del fondo). Lo que no entiendo muy bien es el icono de la aplicación, es una tontería pero me resulta muy poco atractivo para el título que estamos hablando (y hoy en día el icono de una aplicación dice mucho). En cuestiones sonoras el juego muestra un repertorio muy amplio y conocido, logrando transportar la locura a un ritmo de demencia total, desde los Bad Boys hasta Vanilla Ice. Terminan el apartado la voz del presentador de nuestras locuras al volante, las explosiones, colisiones, y demoliciones y todo lo que se os ocurra que podría pasar. Sobresaliente, sin duda alguna.
Menuda sorpresa me he llevado con él juego de EA. Divertido y alocado, con un aspecto técnico sobresaliente y un número de niveles correctísimo. La música pone el broche final en un título muy recomendable para nuestros dispositivos. No os lo perdáis, no defrauda en ningún momento.