En esta ocasión vamos a revisar un videojuego de una videoconsola de la que no suele hablarse cuando recordamos las máquinas clásicas: TurboGrafx-16 (PC-Engine en Japón). Esta videoconsola fue fruto de la colaboración de NEC, empresa de electrónica puntera por aquella época, que quería meterse en el mercado de los videojuegos y la empresa de desarrollo de software Hudson Soft, conocida por ser los creadores de Lode Runner. Dicha máquina contaba con un procesador de 8 bits y un sistema gráfico de 16, lo que la hacía liderar tecnológicamente el mercado en la fecha de su lanzamiento, 1987, por encima de las consolas de SEGA y Nintendo. Sin embargo, ser el primero en dar ese salto tecnológico terminó siendo contraproducente, ya que cuando dio el salto internacional en 1990, SEGA y Nintendo ya tenían el proyecto de Mega Drive y Super Nintendo respectivamente, que contaban con 16 bits reales y terminarían por dejar atrás a la máquina de NEC.
Tras esta puesta en antecedentes, vamos a analizar uno de los juegos bandera del catálogo exclusivo de dicha consola, Alien Crush, desarrollado por Compile y NAXAT Soft, y distribuido por la propia NEC en 1988. Este título entra del siempre curioso subgénero de los «pinball«, donde se intentan emular las clásicas «máquinas del millón» o «petacos«. Si bien no son juegos que destacaran en su momento especialmente por los gráficos, si es cierto que fueron esenciales en el mundo de los videojuegos para dar relevancia al estudio de las físicas, tan indispensables en el desarrollo de videojuegos actuales. Alien Crush nos presenta un pinball en un entorno de ciencia ficción, lo que da mucho juego para tener sus propias peculiaridades.
A pesar de no contar con un argumento en sí, Alien Crush es todo un despliegue de imaginación con muchas influencias del universo Lovecraft en lo que se refiere al diseño tanto de los tableros como de los elementos interactivos, eso sí, manteniendo la temática alienígena en todo momento. Esto además viene apoyado por el hecho de que no se trata de un tablero único, ya que siguiendo ciertas pautas y activando algunos elementos, podremos ir cambiando de escenario.
Respecto al juego como pinball, tenemos un desarrollo normal, con la peculiaridad que aparecerán enemigos que pueden desviar el movimiento de la bola y complicarnos la vida. Por otro lado, el comportamiento de la bola es un tanto extraño y no sobre lo que es normal en el género, si esto es debido a la intención de darle una gravedad «alienígena» o un mal estudio de las físicas, es algo que quedará para siempre en el conocimiento de los programadores. Independientemente de esto, Alien Crush es un juego muy divertido, con mucha variedad y tremendamente dinámico, existiendo la posibilidad de elegir entre dos velocidades para adaptar la dificultad.
El buen trabajo de diseño viene complementado con un trabajo digno en lo que respecta a las animaciones, contando con elementos aparentemente estáticos que toman vida (como es el caso del alienígena que forma parte del tablero que puede llegar a comer la bola), y los enemigos que se mueven con animaciones simples pero fluidas y funcionales. Curiosamente, las animaciones más simples están en la bola, que resulta algo plana y no cuenta con ningún tipo de efecto como podría ser el giro o los brillos. Los efectos sonoros son un catálogo de los sonidos clásicos de un pinball, mezclados con un par de temas de estilo hard rock, sin destacar por su calidad de composición ni de audio, y de melodías más simples para las fases bonus.
Alien Crush pronto se convertiría en un título destacado para su plataforma y en todo un clásico de culto, siendo normal encontrarlo en alguno de los recopilatorios retro actuales. Hasta tal punto fue su relevancia que la segunda entrega en 1990, Devil’s Crush, además de para TurboGrafx-16 aparecería para Mega Drive. La tercera entrega, Jaki Crush, ya fue publicado con la consola caida en desgracia, por lo que tan solo aparecería de forma exclusiva para Super Nintendo. Con ese título se completaría la trilogía (algo bizarra, ya que cada título fue prácticamente para una plataforma de una compañía distinta y no habría un nuevo título hasta que en 2008 se lanzara para el servicio WiiWare de Nintendo Wii, Alien Crush Returns, que resulta ser un remake muy interesante, con la adaptación gráfica a los tiempos actuales.
Este, Crüe Ball y Revenge of the Gator son la trilogía de los pinballs de mi infancia 😀
De esa época yo recuerdo Macadam, el primero con su editor de niveles.