Una de las ventajas que se tenían al desarrollar los videojuegos hace 20 años respecto ahora, es la mayor libertad creativa que tenían los desarrolladores de aquella época, lo que permitía propuestas realmente originales que han terminado convirtiéndose en juegos de culto o que, en su momento, crearon nuevos subgéneros. La ingente inversión económica que requiere un videojuego hoy día encorseta mucho más los proyectos, por lo que si tu idea no es un FPS, un clon de Grand Theft Auto o un videojuego de zombies, dificilmente una distribuidora te va a dejar llevarlo a cabo, por lo que los servicios online han pasado a ser el nuevo reducto de la creatividad.
Un buen ejemplo de esto es ToeJam & Earl, un videojuego que a vista de su portada y personajes, podríamos pensar que se trata del típico plataformas de los 90, y nada más lejos de la realidad. ToeJam & Earl fue desarrollado por Johnson Voorsanger Productions, siendo este título con el que debutarían, y distribuido por SEGA de forma exclusiva para Mega Drive a mediados de 1991. Aunque inicialmente sus ventas fueron discretas, poco a poco las críticas positivas por parte de la prensa especializada fue provocando que sus ventas fueran mejorando poco a poco, siendo uno de los títulos destacados de ese año de la 16 bits de SEGA.
La historia nos presenta a ToeJam & Earl, dos simpáticos alienígenas que proceden de un planeta conocido como Funkotron, donde todos sus habitantes viven alrededor del mundo de la música «funk». Un día viajando por la galaxia en su nave, Earl se hace con los mandos del vehículo y termina estrellándose contra la Tierra, quedando dispersadas todas las piezas de la nave. De esta manera, la misión de nuestros protagonistas será la de ir recopilando las diez piezas para poder volver a recomponerla y volver a su planeta.
El juego representa la Tierra de una forma un tanto extraña, ya que su terreno son una especie de islas y penínsulas que flotan en el ambiente. Las distintas zonas del planeta se van descubriendo según vamos andando por lo que, debido a la dificil categorización del juego, muchos consideran a ToeJam & Earl un juego de mazmorras inspirado en el clásico Rogue, como confirmó en su día Greg Johnson, creador del juego y cofundador de Johnson Voorsanger Productions.
El juego permite tanto el modo de un jugador eligiendo uno de los dos personajes, o bien, un modo cooperativo para dos jugadores, en el que la pantalla se divide cuando los personajes se separan. La configuración del planeta se realiza de forma aleatoria, por lo que la ubicación de los distintos items y la formología de la Tierra varía en cada partida.
La representación del planeta será desde una perspectiva pseudocenital, existiendo la posibilidad de activar un mapa en el que poder ver de forma amplia los terrenos que ya hemos descubierto. El planeta cuenta con varios «pisos», que se encuentran interconectados por elevadores, pudiéndonos caer desde un piso a otro. La base del sistema de juego se encuentra en la gran cantidad de items que podemos encontrarnos en nuestra búsqueda, donde los power-ups se encuentran envueltos con papel de regalo y categorizados por el tipo de papel. De esta manera, a priori, el jugador no puede saber su contenido. Los efectos pueden ser positivos (aumento de velocidad, despiste de enemigos…) o negativos (reducción de vida, ocultación de items), siendo los dos personajes afectados si se encuentran cercanos el uno al otro.
Aunque existen una gran variedad de enemigos en el juego, éstos no son excesivamente violentos, basándose todo el título en la exploración y a los enemigos únicamente podremos atacarlos lanzándoles tomates, o bien usando alguno de los power ups.
En el apartado técnico del juego se ven los origenes de Greg Johnson, que había formado parte de la plantilla de Electronic Arts. De hecho, fue en su época en dicha compañía cuando empezó a gestar el concepto de ToeJam & Earl. Para el desarrollo del juego se contó con la colaboración de diversos excompañeros de Johnson (de hecho Steve Purcell, creador de Sam & Max: Hit the Road afirmó que colaboró en su desarrollo), aunque destaca la programación de Mark Voorsanger (la otra mitad de Johnson Voorsanger Productions), aprovechando el potencial de la máquina, sobre todo en la implementación del modo de dos jugadores, hasta tal punto que sus creadores consideran a ToeJam & Earl un videojuego de dos jugadores con la opción de jugar uno solo. El trabajo se completa con la banda sonora de John Baker, esencial si pensamos en que el juego está basado en dos alienígenas «funkys», siendo una partitura muy adecuada para la ocasión.
Como hemos indicado, a pesar de la naturaleza del título, ToeJam & Earl funcionó relativamente bien en el mercado, por lo que SEGA decidió continuar la saga. Sin embargo, para la siguiente entrega, la empresa nipona no quiso arriesgar tanto con el género y ToeJam & Earl in Panic on Funkotron se acerca más a un plataformas estándar, con la típica perspectiva lateral y, aunque nos encontramos con un buen título dentro del género, fue una decepción para un sector de los seguidores de la primera entrega. SEGA quiso volver a rescatar a la pareja de alienígenas para la Dreamcast en un proyecto que finalmente sería cancelado, por lo que hubo que esperar hasta 2002 para el lanzamiento de ToeJam & Earl III: Mission to Earth exclusivamente para XBox, en formato de plataformas tridimensional. El título original volvería a ser rescatado en las Navidades de 2006 para el servicio Virtual Console de Nintendo Wii, siendo muy celebrado por parte de la crítica.
Uno de esos juegos de mito cuando era nano. Ni sabia lo que era Funk, ni sabía como se hacia un videojuego. Pero me pillé el 3 de Xbox, y lo poco que jugué no estaba mal 😀
El caso es que éste, además, era uno de esos pocos juegos en los que si no leías las instrucciones no tenías ni idea de lo que había que hacer.
Un juego de culto, o al menos para mí lo es. Actualmente, este tipo de juegos que se salen de la norma, solamente los vemos entre los independientes.
Efectivamente, es un juego pensado principalmente para dos personas, aunque también se puede disfrutar en solitario. Muchas horas le he dedicado y pocas veces me lo he pasado tan bien con un título que no tiene absolutamente nada que ver con otros de los géneros conocidos. Es tan inclasificable como genial.