The Legend of Zelda: Skyward Sword

Seguro a todos os ha pasado. Entrega de exámenes, el profesor llama uno a uno a todos los alumnos para darles el resultado de su trabajo, y cuando llega al alumno más brillante le da un sorprendente notable y le dice la repelente coletilla “esperaba más de ti”. Este es el problema de acostumbrar a dar siempre lo mejor, al mínimo descenso de calidad los defectos parecen más graves de lo que son, y cuando hablamos de un juego perteneciente a una saga con tantos años y tantos títulos brillantes a sus espaldas la decepción es tal vez mayor de lo que debería. Tal vez eso ocurre con The Legend of Zelda: Skyward Sword, un excelente juego lastrado por unos defectos que anteriores secuelas sabían suplir. Pero no nos adelantemos…

Los pies en el cielo

Tomaremos el control del primer Link de la historia (según la propia Nintendo), residente en el pacífico pueblo de Altárea. Un pueblo situado en los cielos desde la gran guerra entre la diosa Hylia y el Heraldo del mal 2000 años antes. Somos un joven estudiante de la academia de caballeros, e íntimo amigo de Zelda, la hija del director de la academia.

Es el día del gran examen, la competición a pelícaro que nos dará el título de caballero de la diosa de Altárea, así que nos incorporamos de nuestra cama para descubrir que… nuestro pelícaro ha desaparecido.

No me gusta dar muchas pistas respecto al argumento de un juego, y pese a que en la saga Zelda el guión suele ser secundario y siempre está supeditado a unos patrones de juego inamovibles, el desarrollo de personajes de esta entrega está muy conseguido, aunque no al nivel de un Mass Effect, Metal Gear Solid o Uncharted, otras sagas donde el argumento pesa mucho mas, siendo el que marca el devenir del apartado jugable.

Aventura en la tierra

Si en algo destaca Skyward Sword es en la exageración de la jugabilidad clásica de Zelda. La veterana saga de Nintendo siempre se ha caracterizado por un patrón, a saber: pequeñas ciudades, mapa con algunos secretos pero bastante plácidos para el jugador, y por último las mazmorras, intrincados laberintos repletos de acertijos en los que siempre ha sido fácil perderse antes de enfrentarnos a un jefe final que pone a prueba nuestro ingenio a la par que la habilidad. Pues en esta ocasión la exploración queda relegada a nuestros viajes con pelícaro por los cielos de Altárea, ya que cuando descendamos a las tierras inferiores, lugar donde el grueso de nuestra aventura ha de tener parte, pasaremos a un esquema de pre-mazmorra y mazmorra.

Siguen habiendo personajes no jugables de otras razas con los que conversar, pero su aportación es casi nula y son utilizados como pistas o como si de cofres del tesoro se tratasen, de forma que lo que al fin nos encontramos es un territorio extremadamente hostil con acertijos para alcanzar nuestra meta. Por desgracia los acertijos van perdiendo dificultad con cada entrega, convirtiendo a Skyward Sword a estos efectos en el juego más sencillo de la franquicia en las consolas de sobremesa (las dos entregas de Nintendo DS tienen ese dudoso honor en la saga completa).

El problema de un planteamiento tan desafiante sobre el papel es que es muy complicado ir in crescendo durante el juego, y tras recorrer los vastos parajes que dan acceso a la mazmorra de turno, ésta queda como un recorrido muy corto y sencillo, donde casi siempre tenemos un único camino disponible, haciendo que lo que debería ser el clímax del segmento de juego que estamos completando se quede en una ligera decepción al no encontrar un reto superior al que ya hemos sufrido.

A esto hay que añadir que el planteamiento Zelda de recolección de objetos no ha variado en absoluto, con la diferenciación de que no podemos completar de golpe todas las misiones para volver al punto de origen con todo hecho, sino que cada objetivo completado nos obliga a volver al lugar de donde partimos con el lento aletear de nuestro pelícaro. Al principio las distancias son cortas y podemos pasar por alto estos viajes, pero posteriormente las distancias se triplican para ver ligeras escenas de 30 segundos que no aportan absolutamente nada. De esta forma, si miramos nuestras estadísticas de juego, vemos que hemos tardado largo tiempo en completarlo, pero ¿cuánto de ese tiempo jugado se ha utilizado en dar largos y aburridos viajes? Esto ocurre debido a que en esta ocasión han tenido a bien el limitarnos la opción del teletransporte al descenso de las tierras inferiores, eliminándola completamente en los cielos de Altárea, lugar que acabará saturándonos ya que es un paraje bastante vacío que nos veremos obligados a sobrevolar una y otra vez para poder acceder al siguiente objetivo.

El control: el gran acierto

Pero no todo van a ser quejas ante la última llegada de Link a nuestras casas, lo cierto es que la última aventura de Nintendo sí que presenta un gran acierto, y ese es el control. No tengo ningún reparo en afirmar que Skyward Sword presenta el control mejor definido que han tenido los juegos de la saga desde que son en 3D.

Por lo pronto Link, ya no anda al trote, puede esprintar, y una pared no tiene por qué ser un obstáculo insalvable, sino que como un Ezio Auditore al uso, con el mismo sprint podemos escalarla. A esto lo unimos el uso del sistema Wii Motion Plus (creado para sacarnos el dinero, pero que con juegos aprovechándolo como éste se olvida) para hacer que el control del vuelo o los diferentes objetos sean de lo más sencillo e intuitivo posible, y para hacer de los combates a espada y escudo un reto con una respuesta exacta a nuestros movimientos.

Añadamos también a la coctelera una gestión de inventario en tiempo real, teniendo que planificar bien las distancias respecto a los enemigos en el momento de usar pociones curativas, junto a la limitación de espacio en el mismo, para dar a los momentos aventureros una agilidad que nunca antes había presentado la saga, haciendo que perdiéramos el tiempo entre los distintos menús si queríamos cambiar el garfio por el arco. Por desgracia, como he comentado antes, nuestro desafío es tan sencillo, que no supone ningún reto a nuestra habilidad lidiar con este cambio.

Notable

De la saga The Legend of Zelda siempre esperamos lo mejor, porque Nintendo nos ha malacostumbrado a dárnoslo, y por ello, cuando encontramos un juego que es muy bueno, pero no sobresaliente, la sensación de decepción puede al hecho objetivo de haber disfrutado de una buena obra. Skyward Sword no es un mal juego, es un digno representante de la saga, una saga que debo añadir que lleva estancada desde el sorpresivo (y bastante inferior a sus antedecesores según mi punto de vista) Wind Waker, y que sinceramente, recomendaría siempre y cuando se haya completado Okami, un juego de las mismas características, pero para mi gusto mucho mas redondo.

  1. Hace tiempo que no juego a un Zelda «en condiciones». Así que este juego lo quiero pillar como si fuera un regalo de la comunión. Pero antes, tengo que acabar con las movidas de Sephard…

  2. A mi me da entre urticaria y pereza acercarme a un Zelda desde que sufrí el Windwaker. Los de Nintendo 64 y Nintendo DS ya me habían dejado bastante tocado, el de Gamecube me remató el gusto por los Zeldas.

  3. Yo soy de los que opinan que el culmen de la saga es el Majora’s Mask (a mi algunos 3D me gustaron), y el Twilight Princess me parece un juego, aunque conservador, mucho mejor ensamblado que éste.

    De todas formas, tienen narices que el último Zelda que de verdad me enganchó como antaño fuera el Minish Cap, posterior a ese juego extraño que es el Wind Waker (nunca entenderé la cantidad de alabanzas que se lleva).

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