Homefront

La historia de Homefront sucede durante el año 2027. A lo largo de varios años, Corea del Norte, bajo el mando de Kim Jong-un, ha conseguido armas nucleares, ha invadido y absorbido a Corea del Sur y a otras tantas naciones, ha atacado con éxito a Estados Unidos y tomado el control del país…

Nosotros nos pondremos en la piel de Robert Jacobs, un marine piloto de helicópteros que se unirá a la resistencia para luchar contra la opresión de los norcoreanos (o norcos, como suelen llamarlos en el juego). La historia de nuestro personaje se nos explica en los primeros minutos: van a su casa a detenerlo por alguna razón (suponemos que por tener una bandera de Estados Unidos en la pared), lo meten en un autobús con otros prisioneros, escapa y se une a la resistencia. Y punto. El personaje no se relaciona con los demás, no habla, no tiene pasado ni parece preocuparse mucho por el futuro. Simplemente es un tipo al que le ponen un arma en las manos y le dicen: sígueme y dispara a todo lo que se mueva. Eso sí, por alguna razón, aunque acabe de unirse a la resistencia, delegarán en él todas las acciones importantes, del mismo modo que hacen en los Call of Duty: «¡Coge ese lanzamisiles y derriba a ese helicóptero!», «Toma, un rifle de francotirador, ¡cubre nuestro avance!», «¡Jacob! ¡Coge esos explosivos C4 y acaba con ese tanque!».

Por desgracia, ese no es el único factor que tiene en común el juego de THQ con la famosísima franquicia de Activision: quizá la mayor lacra de Homefront es la de intentar copiar descaradamente elementos característicos de los Call of Duty.

Captura de pantalla Homefront

Encontraremos una recreación de la mítica misión del francotirador en Chernóbil de Modern Warfare, despejaremos salas con la ayuda de slow-motion… hay momentos que a mí personalmente me resultan bastante cómicos. En cierta fase, en la que se supone que vamos completamente desarmados y encontramos una pistola, me dije: «¿se podrá apuñalar con R3 como en Call of Duty?». Lo intenté, y a pesar de que, supuestamente, no llevaba cuchillo, el resultado fue una animación de cuchillada idéntica a la que puede verse en los Call of Duty. Un poco más tarde encontré granadas; no sabía como usarlas, y pensé… «¿cómo se tiraban en Call of Duty? Creo que con R2». Bingo. El experimento se verificó por tercera vez al esprintar con L3. La distribución de los controles es un calco idéntico.

Esta política ha hecho mucho daño al juego. Al reconocer misiones, controles y patrones de juego vistos anteriormente en Call of Duty no podemos evitar empezar a pensar de forma escéptica; cuesta mucho más meterse en el juego y poco a poco el conjunto va perdiendo credibilidad. Es una pena, además, que hayan decidido inspirarse en un juego tan consolidado, estancado e imitado en lugar de inspirarse en otros shooters mucho más innovadores como Bioshock. Al principio, parece que vayan a usar un tipo de narrativa parecido, ya que podemos aprender bastante de la historia fijándonos en carteles y pintadas… pero es algo que no llegan a explotar en ningún momento.

La jugabilidad de Homefront tiene otros lastres importantes al margen de esos «guiños intencionados». La inteligencia artificial de los enemigos es bastante pobre: se limitan a dispararnos y a golpearnos si nos ponemos muy cerca. Además, encontramos problemas bastante atípicos en esta generación, como las paredes invisibles. En ocasiones, encontraremos muros de aire infranqueables en los que ni siquiera se han molestado en poner una valla. Eso puede provocarnos la muerte en algunas batallas si intentamos recorrer una gran distancia y de repente topamos con unos de estos obstáculos delimitadores de terreno: nos encontraremos parados y a merced de las balas.

Captura de pantalla Homefront

Hay que decir, por otra parte, que el juego cuenta con varios momentos de tremenda espectacularidad que podrían proporcionar una enorme diversión. Sin ánimo de sobreinformar, hay una misión a bordo de un vehículo que resulta muy refrescante dentro del juego; es una pena que solamente aparezca una vez ese tipo de control.

Respecto a la historia… es buena sobre el papel. No en vano, estamos ante un guión de John Milius coautor del guión de la famosa película bélica Apocalypse Now. Algunos ya la conoceríais; los que no, seguro que os habéis quedado impactados con el primer párrafo de este artículo. El hecho de que Corea del Norte se vuelva tan poderosa e invada Estados Unidos es tan original como terrorífico, de eso no hay duda. Por desgracia, la trama no se desarrolla especialmente bien.

Para empezar, gran parte de la historia está distribuida por periódicos que podremos encontrar y leer a lo largo del juego. El hecho de estar preparando un ataque sorpresa y que tu personaje se recorra el área buscando periódicos para ponerse a leerlos es algo que le quita bastante coherencia a la situación. Sin duda, estos coleccionables son un ejemplo perfecto de lo que critiqué en el artículo Héroes de la limpieza. No tiene ningún sentido contextual buscarlos y además son bastante soporíferos; el juego es un frenesí de acción constante y leer grandes cantidades de texto en silencio es algo que corta completamente con la acción.

Por otra parte, el argumento se va desarrollando sin que tú tengas ninguna relevancia dentro de él. Es cierto que te obligan a ti a activar ese explosivo o a eliminar aquella torreta automática, y es cierto que tus compañeros te esperan siempre antes de cruzar las puertas, pero la verdad es que hablan siempre entre ellos, matan a los enemigos mientras tú buscas periódicos, te dejan atrás mientras siguen discutiendo cosas sobre el argumento y toman todas las decisiones sin ti. Te pasas el juego siguiéndolos y callando como un mandado. Y matando norcos, eso siempre.

Captura de pantalla Homefront

Y es que los norcos son algo excepcionalmente maligno. Igual que los orcos del señor de los anillos, que se dedican a luchar en una guerra de gran magnitud simplemente porque son malignos. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar nunca en las razones que puedan tener para luchar? ¿Alguien se ha imaginado alguna vez un poblado orco con mujeres y niños y alfareros y manifestaciones pacifistas en contra de la guerra? No, es ridículo, son malos y punto.

Ya desde el principio del juego buscan crearnos esa sensación con nuestros enemigos. Prácticamente todos los norcos llevan la cara completamente tapada para deshumanizarse, y en los primeros compases del juego podremos verlos haciendo todo tipo de atrocidades como pegar palizas, separar parejitas, disparar a inocentes, matar a unos padres desarmados delante de su hijo… después tendremos ocasión de ver alguna atrocidad norca más, pero el odio que te inyectan al principio tiene que durarte todo el juego para que no te cuestiones demasiado si está bien el hecho de ejecutar a todos los coreanos uniformados que veas. Eso nunca. Es la guerra, amigo. La guerra nunca cambia. Por suerte, en algún punto del juego veremos que los norcos no son los únicos endiabladamente malos y malhumorados por naturaleza, algo que no se molestan en mostrar en la mayoría de shooters bélicos.

En resumen: Homefront es un juego muy del montón. Han invertido la mayor parte del esfuerzo, el tiempo y el dinero en unas cuantas escenas impactantes y muy cinematográficas. Por desgracia, a causa de eso, el conjunto global ha quedado bastante sin pulir. Podremos encontrar lo mismo que en cualquier Call of Duty, pero un poco peor, y si a eso le sumamos el hecho de que el modo campaña dura poco más de cuatro horas, tenemos entre manos una decepción bastante grande. Una pena, ya que los primeros minutos del juego prometen bastante más.

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