Borderlands

Borderlands: fusión acertada

Primero fue un juego de rol apocalíptico, después de acción con toques de rol, y al final ha acabado siendo uno de los mejores títulos de este último año sin hacer mucho ruido.Venid a Pandora. Un mundo al que mejor será que vayáis acompañados.

Borderlands ha sido un juego llegó sin hacer excesivo ruido, simplemente avalado por la confianza ciega que su productora y distribuidora tenían sobre la nueva obra del equipo que desarrolló el acertado Brothers in Arms (Gearbox Software), que repetían en cada declaración pública a  la prensa del sector. Las expectativas entre los que habituamos a seguir las novedades del medio eran altas, pero al título no le acompañaba ninguna gran campaña de marketing en el momento de su lanzamiento, y ha acabado siendo lo que comúnmente se llama un sleeper, es decir, un juego que llega sin hacer mucho ruido, del que no se espera nada, y acaba demostrando tener una calidad más que suficiente para codearse con algunos lanzamientos estrella de otras distribuidoras e incluso superar su nivel.

Bienvenido a Pandora

Borderlands

Pandora: sus animalitos

En el juego tomamos el papel de uno de los cuatro buscadores de tesoros cuyo objetivo es encontrar la localización de “La Cámara”, un artefacto alienígena de cuya existencia no se tienen pruebas fiables. Con esta excusa nos pondremos a disparar a todo bicho viviente que se cruce en nuestro camino, pues el argumento es así de plano, sin presentar apenas giros que puedan interesar a un jugador, que de todas formas no los echará de menos durante el desarrollo de las misiones. Por no darle profundidad al juego, no se la dan ni con las elecciones de los cuatro personajes jugables que podemos controlar desde el inicio, que son presentados como especialistas en distintos campos (combate sigiloso, poderes elementales, especialista en armamento y bestia parda) pero cuya realidad es que, tras subir unos pocos niveles, sólo se diferenciarán mediante su habilidad especial: todos pueden manejar todo tipo de armamento sin ningún tipo de bonificación ni penalización.

Afortunadamente, la falta de profundidad en estos aspectos no afecta en absoluto a la adicción que Borderlands es capaz de generar con su ágil sistema de juego (copiado afortunadamente del excelente control del Call of Duty), su estilo desenfadado, su desbordante acción y la presentación de distintos objetivos que tienen como base siempre lo mismo: matar a todo lo que se mueva.

Aniquilar… y buscar

Para avanzar en la aventura debemos ir completando misiones, siguiendo el hilo natural de la trama o bien distrayéndonos con los diferentes encargos mas rutinarios que podremos encontrar en los distintos paneles de recompensas. El desarrollo de las mismas suele presentar dos patrones, matar a todo lo que se mueva o conseguir objetos (uno o varios) mientras acabamos con todo aquél que se cruce en nuestro camino. Sin embargo, no llegamos a caer en el tedio provocado por la constante repetición de situaciones, pues Gearbox se ha cuidado mucho de darle variedad a las localizaciones y enemigos, consiguiendo que cada nuevo paseo exterminador parezca muy diferente al anterior.

La variedad que no tienen las misiones la tenemos en un fantástico sistema de generación aleatoria de armas, haciendo casi imposible el hecho de repetir arsenal, no ya en la misma partida, sino en varias campañas distintas, y gracias a la enorme variedad de armas podremos tomar la estrategia de combate que consideremos más acorde a nuestro estilo de juego. Así pues, podemos intentar estar a cubierto y limpiar la zona de enemigos, apostados con nuestro rifle francotirador, o bien ir a degüello escopeta en ristre y tratar de no dejar títere con cabeza, mientras rezamos por que nuestra barra de vida baje a menor velocidad que la cantidad de enemigos que nos quedan por abatir. Por si esto fuera poco contaremos con un vehículo (muy poco editable) para desplazarnos por el vasto mapa de Pandora, con munición infinita, que siempre viene bien.

Además de estas virtudes, contamos con la posibilidad configurar el desarrollo del personaje a nuestro gusto mediante un árbol de habilidades muy similar al que conocimos en la obra maestra de Blizzard Diablo (juego con el que presenta muchas similitudes) y sobre el que podremos dar marcha atrás para redistribuir nuestros puntos de habilidad casi en cualquier momento de la aventura. Así, conforme subamos de niveles, podremos ir dando forma al tipo de personaje con el que más cómodos nos sintamos para acribillar a nuestros enemigos, y si nos equivocamos siempre estaremos a tiempo de corregir errores.

Mejor en compañía

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Pandora: sus vistas

Si bien, como se ha dejado claro en los anteriores párrafos, Borderlands es una experiencia muy divertida y recomendable para un solo jugador, si lo jugamos en compañía pasa a ser un título de diversión ilimitada, una experiencia similar a la exitosa saga de Valve Left 4 Dead en la que nosotros y tres amigos más deberemos abrirnos paso entre la fauna hostil que puebla el mundo de Pandora. De hecho, el juego crece exponencialmente en dificultad al ser jugado en solitario, no demasiado, pues es bastante asequible, pero si vamos solos contra el mundo veremos los paneles de regeneración más a menudo de lo que desearíamos.

La calidad se hace su sitio

Afortunadamente, a Borderlands no le ha sucedido lo que a otros títulos les sucedió, que al no venir acompañados por una gran campaña de marketing cayeron en el olvido (en estos momentos me acuerdo con gran pesar del excelente Beyond Good & Evil). Sería injusto ver a este título condenado a ser un juego de culto, y sin posibilidad de crear una franquicia, pues pese a que su apartado técnico no es nada sobresaliente eso no lo es todo. Y es que Gearbox hizo una apuesta arriesgada al intentar insertar el espíritu de Diablo en un juego de acción en primera persona con una ambientación a mitad de camino entre Mad Max y Fallout, teniendo como guinda un sistema cooperativo que da a su título su razón de ser. La apuesta les ha salido bien, lo suficiente como para que Borderlands sea una de las sorpresas agradables del difunto 2009.

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