La saga Mount & Blade es semi desconocida en el mundo del videojuego pero tiene un cierto prestigio en el mundo del desarrollo independiente para PC. A pesar de pertenecer en la actualidad a (o estar editada por) Paradox, en su origen es un juego desarrollado entre Armağan Yavuz y su esposa İpek Yavuz. A pesar de tener versiones colgadas en su página desde tiempo atrás y basándose en juegos del calibre de Sid Meier’s Pirates, Elite y The Elder Scrolls (casi nada), la pareja y unos pocos trabajadores acabaron completamente la primera entrega en 2008.
El juego original es tan inmenso como puedan ser los referentes mencionados anteriormente. Ambientado en un mundo medieval fantástico basado en la Europa central del medievo, el jugador toma el rol clásico de un aventurero (o aventurera). Esta es la única limitación impuesta a nuestro inicio, todo lo demás lo decide el jugador que igualmente escoge la historia de la partida.
Mount & Blade recibió una secuela en 2010 que le añade la coletilla Warband al nombre original. Las mejoras, además de actualizar el tempo político y geográfico con una nueva facción, consisten en el modo multiusuario, la posibilidad de empezar con una tropa y el uso de habilidades diplomáticas.
Pero, de las tres entregas, la que mejor pinta tiene es la que pudimos ver por primera vez en la GDC de este año que, además, está basada en las novelas polacas Ogniem i mieczem, un verdadero clásico en Europa central de 1884 escrito por el premio Nobel Henryk Sienkiewicz.
En esta ocasión, dejamos de lado la ambientación imaginaria para centrarnos en el trozo de terreno que representa desde Suecia hasta el imperio Otomano pudiendo pertenecer a cualquiera de las facciones en liza. A pesar de seguir la historia de las novelas, es el jugador el que decide qué hacer, de manera que puede intervenir y cambiar el curso de una batalla o sencillamente pulular por el mapa a su antojo.
Lo impactante de este juego, y de la saga en general, es la escala a la que está realizado. Si bien los valores de producción no son muy altos (lo cual no es de extrañar porque está realizado por muy poca gente: según Paradox, seis personas), tenemos todo ese trozo del mundo para pasear, negociar, hablar y, lo que es más importante, guerrear.
Porque Mount & Blade cuenta con un sistema de batalla bastante realista donde golpeamos usando el ratón y del mismo modo elegimos cómo mover nuestra arma. Un sistema similar al empleado por el olvidado Die by the Sword. Además, podemos pelear a caballo o a pie, usar armas cuerpo a cuerpo o a distancia, solos o en equipo, dar órdenes o fajarnos en la acción. Un sistema muy completo y, lo que es más importante, muy entretenido.
Dicho esto, solo queda esperar, en teoría, hasta Junio para ver si somos capaces de perdonarle un aspecto gráfico -en cuanto a polígonos y texturas- más propio de las primeras consolas y así disfrutar de un juego con acción y muchas aventuras.