He presentado a la empresa, habéis podido conocerlos a través de la entrevista, así que ahora debemos hablar de las luces y sombras de su título. Porque Shiny: The Firefly es un juego realizado bajo una excelente idea, con unos aspectos técnicos fantásticos y un montón de detalles geniales, pero que no es perfecto. La premisa básica es darnos el control de una luciérnaga que debe recuperar sus muchísimas crías, esparcidas a lo largo de tres mundos, cada uno con sus once niveles y un combate contra un gran enemigo en el último de ellos.
Para ello, se usa un fantástico esquema de control que aprovecha al 100% la pantalla táctil. Tocas una vez, se mueve hacia ese punto (con la búsqueda del camino incluida). Tocas dos rápidamente, y se desplaza más rápido, algo que no se puede hacer todo el rato pues necesita descansar entre carrera y carrera. Tocas encima de Shiny y, como buena luciérnaga, se enciende. Tocas encima de un elemento sólido, y allí se posa.
Además, a lo largo del juego puede usar distintos objetos para poder cumplir con su objetivo. Puede recoger fruta u otros elementos, por ejemplo piedras, para lanzarlos posteriormente, ya sea para derrotar a enemigos o hacer que crezcan plantas. Porque el juego va de encontrar a las crías y llevarlas a la flor que marca el final del camino pero, en ese camino, Shiny se encontrará con una gran cantidad de enemigos y trampas que deberá superar a base de pericia y algo de inteligencia, lo que convierte a este videojuego en una mezcla de plataformas (aunque no las haya, debido a que Shiny vuela todo el rato), sigilo, matamarcianos y puzle.
El principal problema que le he encontrado es la falta de ritmo. El juego es lento debido a las características de la protagonista, lo que no es un problema en sí mismo. Pero, además, en muchos momentos no se anima a que el jugador disfrute, sino que tiene que pararse para evitar que le persigan las avispas, esconderse, volver en busca de las crías (pues se les puede dejar en cualquier lugar del mapa), etc., todo esto provoca que los niveles no tengan, en su mayoría, sentido del flujo que anime a jugar una pantalla tras otra y, por tanto, casi es mejor tomárselo con calma, tomándose un tiempo de dedicación a cada uno de estos y, si es posible, a sacar la mejor puntuación posible.
Aparte de este dato, el juego funciona muy bien. Tal vez mejor en una Playstation Vita o en una Wii U, donde a lo mejor con un control con pad ese ritmo se lleva mejor que tocando la pantalla. Sin embargo, hay que reconocer que la cantidad de situaciones son muy variadas, y a nivel técnico es espectacular. Con un aspecto gráfico preciosísimo, cuenta con un conjunto de imágenes que recuerda a una película de dibujos animados, unos personajes muy bien caracterizados y mucho efecto visual que da vida a los coloristas decorados. Uno de los juegos más bonitos en lo que va de año, al menos, a ojos del que os escribe.
Y lo mismo se puede aplicar al apartado sonoro. Contando con la colaboración de Eduardo de la Iglesia, un veterano ya del sector con excelentes registros, tanto la banda sonora como los efectos de sonidos suelen funcionar muy bien, destacando, por encima de todo, la melodía principal.
Mis felicitaciones a Stage Clear, realmente me he quedado con ganas de ver qué más sorpresas nos tienen preparadas.