«¡Hijo! Ven aquí, tengo una cosa para ti».
¿Quién no ha vivido este momento exacto siendo niño? Quizá estuvieras en la calle, quizás en el cuarto de baño, o en tu cuarto. De repente, uno de tus padres te llama y te avisa de que tiene algo que darte. En ese momento, tu imaginación se desboca. ¿Qué será? Conforme vas a su encuentro, sientes como la excitación va creciendo en ti, llegando a un auténtico clímax si la cosa en cuestión se encuentra dentro de una caja o de una bolsa siendo imposible saber su naturaleza hasta que salga de su envoltorio. ¿Un videojuego? ¿Ropa chula? ¿Un bollo? ¿Un poni? ¿Un rayo láser alienígena mortal que además te permitirá viajar en el tiempo y conocer a los dinosaurios?
Entonces lo abres y encuentras ese par de calzoncillos. Tu progenitora te mira con cara despreocupada y, sólo entonces, como si quisiera terminar de apuntalar tu decepción, te concreta: «anda, llévalo a tu cuarto y guárdalos en los cajones, que estoy ocupada», a la vez que saca un saquito de arroz de la bolsa de al lado. ¿Quién no ha tenido un momento así? ¿Quién no ha tenido un padre que le ha hecho algo similar incluso en vísperas de fechas especiales como un cumpleaños o Navidad?
No obstante, el problema no está en nuestra parentela. La culpa no es de nuestros padres y su sentido de la oportunidad, sino de algo que, si se sabe estimular bien, será capaz de manipularnos de cualquier manera. Como ya podéis suponer, me refiero al poder de la imaginación.
Hace ya mucho tiempo que el ser humano se percató de hasta qué punto es importante estimular la imaginación de un potencial cliente, pasando a ser parte fundamental de cualquier estrategia de marketing o venta. Pensemos, por ejemplo, en los feriantes. ¿Quién no ha estado alguna vez en una verbena típica de pueblo y se ha encontrado con el bingo y sus típicas bolsas sorpresa? Por si no sabéis de qué hablo, os diré lo que son. Se trata de unas bolsas de cartón opaco que podrían contener absolutamente cualquier cosa. Resulta habitual que el feriante nos invite a comprar una de ellas o que nos intente cambiar el premio que hayamos ganado por unas cuantas de estas bolsas sorpresa, remarcando la posibilidad de ganar cualquier cosa en ellas.
En estos momentos, volvemos a la infancia, al relato con el que comienzo este artículo. ¿Qué incluirá esa bolsa? Es que podría ser cualquier cosa… y fíjate, por lo que veo, tiene de todo, desde una minipímer hasta un coche. ¡Un coche! ¿Te imaginas que dentro de la bolsa estén las llaves de ese coche? ¡Señor, deme 4 bolsas!
Después, abres las dichosas bolsas y te encuentras con un montón de caramelos y cachivaches de plástico que difícilmente cuestan el dinero que le diste al vendedor. Entonces llega la decepción, y te prometes a ti mismo que jamás volverás a caer en una treta así… hasta que llega el siguiente con la habilidad necesaria para estimular tu imaginación una vez más.
Llegados a este punto, os preguntaréis: «Pero todo esto, ¿qué tiene que ver con videojuegos?» En mi opinión, demasiado, sobre todo en estos últimos años. Os invito a ver alguna conferencia de los últimos E3, principalmente de Sony o Microsoft, y tomar buena nota de cada vez que hablan del «contenido exclusivo que sólo podréis obtener en nuestra (su) consola». Después, investigad en qué se quedó. Recuerdo una conferencia de Microsoft, anunciando a bombo y platillo contenido exclusivo para los dos juegos del momento, Tomb Raider y Mass Effect 3. Esto, que sin duda echó a volar la imaginación de muchos de sus clientes, se materializó en un mapa para un modo multijugador —que poca gente juega—, y compatibilidad con voz para Kinect, una funcionalidad que, si bien puede ser interesante, dudo que pudiera compararse con las locuras que llegaron a pensar los fans del comandante Shephard.
No obstante, en mi opinión, las conferencias del E3 son el menor de los problemas. El verdadero problema de promesas no cumplidas en videojuegos, pero planteadas de manera que difícilmente podemos achacarle nada a su desarrolladora, radica en los pases de temporada. ¡Oh, los pases de temporada! Os seré sincero, al principio me parecían una buena idea e incluso lo sigo pensando en según qué títulos. Pero el paso del tiempo está provocando que me trague mis palabras.
La idea tras los pases de temporada, al menos inicialmente, era ofrecer todo el contenido descargable disponible para un juego a un precio reducido —sólo que al poco de haber salido este—, pagando por anticipado por los mismos en lugar de comprarlo meses o años después del lanzamiento original del juego. Si bien esto no es malo de por sí, si lo combinamos con estas técnicas de mercado diseñadas para apelar a nuestra imaginación, el resultado es horripilante. En concreto, me estoy refiriendo a dos pases de temporada puestos a la venta este último año con poca o ninguna información acerca de sus contenidos, y que coinciden curiosamente con que son los pases de dos de los mayores títulos salidos durante este último año. Me refiero a los pases de temporada de The Last of Us y de Bioshock Infinite.
Estos dos juegos cuentan, casi desde antes de su lanzamiento, con sendos pases de temporada que se han vendido a sí mismos de la misma manera: «¡compra ya el pase de temporada si quieres obtener la experiencia completa! Obtendrás tres o cuatro piezas de contenido descargable y trucos para facilitarte la existencia en tu primera partida». Ya está. No se dio más información. Y, sin embargo, los seguidores del juego, al leerlo, dejaron echar a volar su imaginación. De ambos juegos se podría decir que son experiencias plenamente monojugador y, por lo tanto, cabría esperar que todo el DLC que saliera después tuviera el mismo espíritu. No ha habido nada más lejos de la realidad.
El primer DLC de Bioshock Infinite ha sido una especie de modo arena que explota al máximo el componente shooter del título, algo que cualquiera que haya probado el título sabrá que no es precisamente su mayor baza. ¿La excusa para jugarlo? ¡Tablas de clasificación en línea! Lo mismo ha pasado con The Last of Us, el intocable de Naughty Dog ha estrenado su pase de temporada con mapas para el modo multijugador del título, un modo que, directamente, mucha gente ignora que existe. No resulta difícil encontrar comentarios de decepción a este aspecto en los foros: gente que compró dichos pases de temporada motivados por su imaginación al esperar una ampliación de la historia principal, o incluso algo parecido a una segunda parte, y que, a la hora de la verdad, se han encontrado con algo que ni es lo que esperaban, ni seguramente usen. También es cierto que resulta igualmente frecuente encontrar comentarios de usuarios que aún no han renunciado al hype que provoca su propia expectación, dando por hecho que los contenidos descargables que restan para The Last of Us harán que valga la pena toda la compra, y que Bioshock: Burial at Sea redimirá el modo arena de Infinite. ¿Acabarán teniendo razón o acabarán lamentándose de haber pagado de más por algo que ni querían ni van a usar? Sólo el tiempo lo dirá.
Y quizá sea pronto para estar juzgando el resultado de estos pases en su conjunto, pero viendo cómo parecen estar poniéndose de moda (¡hola, pase de Batman Arkham Origins!) o mutando en algo aún peor para el cliente (¡hola, pase de Borderlands 2 que no incluye todos los contenidos para un jugador!), sí que podemos empezar a sacar conclusiones de ellos para el futuro. La primera deducción, y más importante, es que estos pases de temporada tan poco definidos no son sino la bolsa sorpresa del desarrollador de turno, que estará encantado de venderte en bloque todo lo que tenga, aunque no tenga nada que ver con lo que esperabas o quieras. La segunda conclusión es que el jugador de videojuegos debe aprender a ser más inteligente, mejor cliente. No nos debería valer con la promesa de «horas de contenidos» y una «experiencia completa». Deberíamos ser los primeros que nos paremos a valorar lo que se nos ofrece y, si no lo tenemos claro, más vale que guardemos nuestro dinero hasta saberlo. Debemos aprender a comprar con la cabeza, no con nuestra imaginación.
Y la gente empezo a dar el dinero con la boca…
El pase de temporada de The Last of Us son 19€. Te ofrecen el documental extra, los dos pacs para online y el DLC para el modo de un jugador que llegará a principios del año que viene. Quizás estoy equivocado, pero juraría que desde un primer momento han dicho eso… Otra cosa es las fechas xD
El artículo no está equivocado con el pase de temporada de The Last of Us. Dice: «ha estrenado su pase de temporada con mapas para el modo multijugador del título», lo que quiere decir que los dos packs para online son lo primero que salió; y después: «dando por hecho que los contenidos descargables que restan para The Last of Us harán que valga la pena toda la compra», lo que incluye tanto el documental extra y el dlc para el modo de un jugador. ^_^