Una vieja tecnología encontrada en una mina de Marte le sirve a la humanidad en un futuro no muy lejano para buscar recursos en otros planetas. Tiempo después una nave se ha perdido en una misión, y nos mandan a rescatarla, un encargo que a priori pinta muy sencillo pero que no tarda en convertirse una aventura llena de sorpresas. Manejamos una nave que debe localizar recursos y recolectarlos. Dichos recursos son cristales de colores que resultan muy fáciles de recoger. Cuando nos aproximamos a ellos los absorbemos, quedando reflejados en forma de porcentajes en una barra inferior. Los niveles normalmente nos exigen una cantidad determinada de cristales para finalizarlos aunque también es necesario localizar y resolver ciertos puzles a mitad de su desarrollo. Para abrir alguna compuerta tenemos que adquirir solo cristales de un color, y en ocasiones los cristales están escondidos bajo las piedras. Un botón virtual nos ayuda a lanzar una onda expansiva capaz de reventar elementos del escenario, incluso en ocasiones podemos recoger material explosivo para lanzar misiles a los escasos enemigos que encontremos. Durante el transcurso de las misiones podremos mejorar nuestra nave, y resulta muy interesante.
Hay que tener cuidado de no golpear la nave contra el escenario, ya que su fragilidad se muestra tras cada impacto contra la rocas. Además de los citados enemigos también nos encontramos con fauna autóctona que puede ponernos las cosas más complicadas. Las esporas de las plantas hacen más pupa de lo que parece. Por otro lado, controlar nuestra aeronave resulta muy sencillo, con un stick virtual realizaremos todas nuestras pericias, pero hay que tener cuidado ya que la inercia y la gravedad pueden jugarnos una mala pasada. Estos elementos ofrecen un nivel de dificultad algo más elevado que se agradecen, no es nada descabellado acabar en la cuneta por demasiado impactos contra el terreno escabroso.
Visualmente el juego es bastante sorprendente, sobre todo después de su última actualización con soporte para la Retina Display del nuevo iPad. Desde los propios menús hasta la pantalla de créditos, no se ha quedado ningún detalle por pulir. En el desarrollo del juego tenemos explosiones interesantes, efectos de partículas trabajados para la recolecta de cristales, y los escenarios pese a su gran oscuridad gozan de una interesante presentación. La destrucción de los escenarios aún sin ser libre del todo se hace de agradecer, y los efectos de luces y de iluminación acaban por perfilar un apartado más que notable. Del mismo modo, sus melodías tienen un toque metálico y lúgubre que le sientan como anillo al dedo, la opción de ir desbloqueando estas canciones poco a poco resulta muy acertada. Las voces en los menús son geniales, aunque es una pena que todas vengan en la lengua de Shakespeare. Por su parte, el resto de efectos sonoros son quizás los menos llamativos pero al menos cumplen su misión.
Con todo, Gene Effect es un título extraño que puede gustar y disgustar a partes iguales. Su planteamiento mola, su control requiere de algo de práctica, y su dificultad resulta progresiva y adecuada. La inclusión de puzles en los misiones se hace de agradecer enormemente, pero la necesidad de no golpear en exceso la nave puede resultar algo engorrosa, y hay que recordar que para seguir la historia a la perfección requeriremos de un manual en inglés, una lástima.